Paperback, 188 pages
Spanish language
Published 2002 by Pulp.
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Nuestra Señora de las Tinieblas presenta al escritor de terror Franz Westen, de San Francisco. Mientras estudia su amada ciudad con prismáticos desde la ventana de su apartamento, se asombra al ver a una misteriosa figura que lo saluda desde la cima de una colina a dos millas de distancia. Camina hacia Corona Heights y mira hacia atrás a su edificio para descubrir la figura que lo saluda desde la ventana de su apartamento, y para encontrarse atrapado en una maldición que abarca un siglo y que puede haber destruido a Clark Ashton Smith y Jack London.
«Pero la tercera Hermana, que es también la más joven… ¡Cuidado! ¡Susurrad cuando habléis de ella! Su reino no es grande, o de lo contrario no habría nada con vida, pero dentro de ese reino todo el poder es suyo. Su cabeza, enorme como la de Cibeles, se alza más allá del alcance …
Nuestra Señora de las Tinieblas presenta al escritor de terror Franz Westen, de San Francisco. Mientras estudia su amada ciudad con prismáticos desde la ventana de su apartamento, se asombra al ver a una misteriosa figura que lo saluda desde la cima de una colina a dos millas de distancia. Camina hacia Corona Heights y mira hacia atrás a su edificio para descubrir la figura que lo saluda desde la ventana de su apartamento, y para encontrarse atrapado en una maldición que abarca un siglo y que puede haber destruido a Clark Ashton Smith y Jack London.
«Pero la tercera Hermana, que es también la más joven… ¡Cuidado! ¡Susurrad cuando habléis de ella! Su reino no es grande, o de lo contrario no habría nada con vida, pero dentro de ese reino todo el poder es suyo. Su cabeza, enorme como la de Cibeles, se alza más allá del alcance de la vista. Nunca baja la mirada, y sus ojos, al elevarse tanto, puede que queden ocultos por la distancia. Pero, siendo lo que son, no pueden ocultarse. Puede leerse desde el suelo, a través del tenue velo que lleva, la fiera luz de una ardiente miseria, que no descansa ni mañana ni tarde, ni a medidía o a medianoche, ni en la pleamar o la bajamar. Ella es la que desafía a Dios. Es también la madre de las locuras, y la que induce a los suicidas. Las raíces de su poder son profundas, pero la nación que gobierna es pequeña. Pues sólo puede acercarse a aquellos en los que una naturaleza profunda ha sido soliviantada por convulsiones centrales, aquellos en quienes el corazón tiembla y el cerebro se mece bajo conspiraciones de tempestades interiores y tempestades exteriores. La Madonna se mueve con pasos inseguros, rápidos o lentos, pero siempre con trágica gracia. Nuestra Señora de los Suspiros se arrastra tímida y furtivamente. Pero esta Hermana más joven se mueve con gestos incalculables, rebotando, y con saltos de tigre. No lleva ninguna llave, pues aunque aparece rara vez entre los hombres, derriba todas las puertas en las que se le permite entrar. Y su nombre es Mater Tenebrarum, Nuestra Señora de las Tinieblas» (de la cubierta posterior).